«Como sociedad no somos capaces de entender que las lesiones emocionales forman parte del género humano, como las fÃsicas» Esta frase la pronunció el periodista Ricard Torquemada en el inicio de su transmisión en Catalunya Rà dio el pasado martes en el partido ante el Atlético. Y la aplaudà con el mismo entusiasmo con el que después aplaudà los goles que dieron la victoria al Barça.
La reflexión de Torquemada venÃa a cuento a raÃz de la baja de Araujo y también por el post colgado por Aitana Bonmatà tras su operación de la rotura del peroné (maldito virus FIFA) donde manifestaba precisamente que el fútbol de élite te lleva al lÃmite en todos los aspectos.
¿Recuerdan la Recopa que el Barça ganó en Basilea en 1979? En esa final Migueli jugó con un hombro dislocado y Krankl, el delantero centro y máximo goleador de aquel equipo, jugaba con el peso psicológico de un reciente accidente de tráfico grave de su esposa. Hace 46 años de eso y todo ha cambiado tanto, del blanco al negro. Para empezar el fútbol es hoy esencialmente un gran negocio que suele prescindir de sentimientos y humanidad. Migueli y Krankl eran héroes a los ojos de todos. Hoy los héroes se estigmatizan. Y es cierto que la masculinidad mal entendida ha contaminado el fútbol a todos los niveles, de arriba a abajo y de dentro a fuera, y asà nos va.
A las lesiones mentales se les debe dar visibilidad. Hoy una rotura muscular, un hombro dislocado o unos ligamentos rotos, por desgracia son noticia y demasiado habituales en el deporte profesional. Y las lesiones mentales son asiduas pero invisibles y, sobre todo, tratadas mediáticamente y a nivel de redes sociales con mucha diferencia. Araujo y BonmatÃ, precisamente porque estaba al lÃmite, también son héroes. Y ahora, les deberÃamos admirar más.

