Por mucho que la expulsión temprana e irresponsable de Araujo aparezca como la coartada perfecta para explicar la impotencia sentida contra el Chelsea, el Barça no puede acostumbrarse a aceptar las derrotas. Jugar contra un excelente rival, por detrás en el marcador, con inferioridad numérica, te invita a pensar que es muy difÃcil competir. Sin embargo, los equipos diferentes no compran los escenarios racionales. Se rebelan contra ellos, apelan al inconformismo.
El Barça simplemente se propuso acompañar el guion más común. Y ese paso es una alerta peligrosa. Ni Flick cambió el plan táctico para disimular la inferioridad numérica en el centro del campo, con Casadó fuera de circulación, a cambio de perder un delantero; ni De Jong se agigantó para pesar más como su supuesta dimensión le obliga, más bien al contrario; ni Lamine se impuso en los duelos con Cucurella para encontrar un flotador contra la rendición; ni los defensas fueron imponentes en sus pulsos. Todo fue respetuoso con la lógica.
Sólo la entrada de Raphinha desprendió aquella energÃa especial de quien se niega a aceptar la realidad. Jugó sólo media hora, como estaba pautado en su progresivo retorno, pero llenó el campo de esfuerzos a máxima intensidad. Evidentemente, la mayorÃa improductivos, pero necesarios para sacar el orgullo que un equipo ganador no puede aparcar. Saltos en la presión, retornos intensos, gestos de frustración, interceptaciones en situaciones de inferioridad e incluso un remate envenenado en la única escena peligrosa con diez jugadores. No compró el papel asignado, no dejó las cosas para otro dÃa. Si el Barça no sufre todas las derrotas, incluso las “aceptablesâ€� desde la razón, no volverá a conectar con su mejor versión con continuidad. En Sevilla fue el comodÃn de la pájara, contra el PSG la dimensión del campeón de Europa, en el Bernabéu las múltiples bajas y en Stamford Bridge la expulsión de Araujo.
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No se pueden normalizar aunque haya posibles razones para explicarlas. El calendario se empina en diciembre con visitas al Betis y al Villarreal o el encuentro avanzado contra el Atlético. Antes de fin de año tendremos respuestas a qué equipo quiere ser el Barça

