No es nada habitual ver cómo se desenvuelve Max Verstappen con un coche con matrícula. Tampoco es algo corriente verle prodigándose en medios de comunicación, más allá de las obligatorias entrevistas que debe conceder como piloto. Pero el campeón del mundo de Fórmula 1 ha recogido el guante que le ha lanzado el periodista británico Chris Harris para probar el Mustang GTD. Y, de paso, para probar el legendario Ford RS200.Guiño al pasadoLa jornada ha comenzado con un guiño reverente al pasado. A bordo del RS200, una ‘criatura salvaje’ nacida para el Grupo B de rallyes, Verstappen y Harris han recorrido carreteras secundarias como si quisieran convocar los fantasmas de un rally indomable. Todo para que Max comprendiera la crudeza de un tiempo donde la electrónica era casi inexistente.Una vez llegados al circuito, Verstappen se ha enfundado el casco con una tranquilidad casi ritual. Allí les esperaba el Mustang GTD, vestido de fibra de carbono y rebosante de músculo. «En cinco vueltas ya lo tenía», declararía al final de aquella jornada con la serenidad del que sabe encontrar la armonía donde otros conviviríamos con el caos.Harris, impresionado ante la forma de pilotar de Verstappen.Ford.Desde el asiento del copiloto, bastante tenía Harris con contener el miedo y las enormes inercias que le hacían sacudir el casco. «Se comporta como un coche de carreras… pero con matrícula». Y lo cierto es que el GTD ha respondido con una nobleza inesperada para un coche tan potente, por lo menos en las manos de Verstappen. Sus más de 800 CV, su aerodinámica activa, su suspensión adaptativa, sus frenos carbocerámicos… Todos los engranajes han funcionado en manos del piloto holandés.Tiempazo en NürburgringClaro que para él debe ser fácil domar un coche que está a años luz de su Red Bull, por mucho que antes que él otro piloto haya logrado dejar su tiempo en Nürburgring en solo 6:52″, colocándose en una ‘liga’ donde solo habitan los súperdeportivos más ilustres.A pesar del fortísimo ritmo, Verstappen ha confesado que aún tenía margen para mejorar esos tiempos con un coche que «no es sólo rápido, es coherente. Te permite empujar sin miedo. Y eso en un coche de este calibre… es rarísimo».Cuando el ruido del Mustang GTD se ha apagado y el sol comenzaba a caer, los dos protagonistas han regresado al RS200 como si quisieran cerrar el círculo entre el pasado y el presente. Sí, la potencia y la tecnología actuales son apasionantes, pero la brutalidad cruda de un deportivo del pasado siempre tendrá muchísimo encanto.
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