El Real Madrid volvió a perder en casa, por segunda vez en tres dÃas. Esta vez fue vÃctima del Manchester City que, con dos goles a balón parado, remontó el tanto inicial de un inspirado Rodrygo. La estrella del partido fue Jeremy Doku, Thibaut Courtois volvió a evitar que el Madrid saliera goleado por el equipo de Guardiola y ayer vimos que, en Europa, a diferencia de lo que pasa en España, un penalti a favor del Madrid puede tener marcha atrás a través del VAR. La baja por lesión de Mbappé será, seguramente, la excusa para no echar a Xabi Alonso. Pero a mi entender, el partido tiene un nombre propio: Erling Haaland. Nunca nadie haciendo tan poco decidió tantas cosas. En el primer tiempo tocó solo cuatro balones. Los dos primeros fueron en campo propio. Su primer contacto con el esférico fue en el minuto 18 y apenas lo rozó.
Un minuto después, recibió también en terreno citizen y recibió espalda por detrás. El siguiente balón que tocó -y el primero en terreno madridista- fue ya para chutar el penalti. ¡En el minuto 43! Eso sÃ, el penalti se lo hizo el rudo Rüdiger sobre él, sin ningún sentido. El VAR advirtió que ese agarrón de lucha greco-romana era un penalti como una catedral. Y ahà sÃ. Chutó Haaland y marcó. Dos minutos después, tocó el cuarto balón del partido, el segundo en terreno rival… y su gran trallazo fue repelido por Courtois. En el segundo tiempo, cuando Pep le relevó, el noruego solo habÃa tocado una vez el balón: fue el balonazo que recibió en los mondongos. Resumen: cuatro balones jugados en 69 minutos, dos disparos a puerta, un gol de penalti y tres puntos. Lo nunca visto mientras el Bernabéu silbaba a Vinicius y a su propio equipo. Música celestial.

