La Real Sociedad cerró 2025 con 70 goles oficiales en 51 partidos, una cifra que, más allá del volumen total, deja varias lecturas claras. La primera es evidente: Mikel Oyarzabal fue, de largo, el principal sostén ofensivo del equipo, firmando 17 goles en el año natural y liderando todas las competiciones. La segunda, igual de relevante, es más preocupante: el conjunto donostiarra se quedó sin marcar en 14 encuentros, un 27% de sus partidos, un dato que explica muchas de las dificultades competitivas del curso. Entre la dependencia de nombres concretos y la falta de continuidad colectiva, el gol fue un problema estructural durante demasiados tramos de la temporada.
Oyarzabal tiró del carro como nadie. Sus 17 goles en 2025 no solo lo colocaron como máximo anotador del equipo, sino que marcaron una distancia notable respecto al resto. El capitán apareció en LaLiga, Copa y Europa, sostuvo al equipo en momentos de atasco y fue, casi siempre, el primer recurso cuando el plan colectivo no funcionaba. Por detrás aparece Brais Méndez, con 8 goles, una cifra especialmente relevante por su posición más retrasada. El gallego dio la cara en todas las competiciones, combinó llegada con generación de juego y, aunque su temporada fue irregular en tramos, acabó siendo uno de los pocos jugadores con impacto ofensivo sostenido.
Oyarzabal ante el LevanteÂ
Alex Caparros / Getty
El siguiente escalón deja más dudas. Barrenetxea, con 6 goles, cerró el año con una recta final muy productiva, pero su aportación global sigue quedándose corta para un futbolista llamado a marcar diferencias desde banda. Kubo, con 5 goles, firmó un año claramente discreto en términos anotadores, muy lejos del impacto que se espera de él, especialmente en LaLiga. El japonés tuvo partidos de peso, pero su producción fue intermitente y no logró continuidad. En ese mismo escalón aparece Óskarsson, también con 5 goles, con una curiosidad llamativa: marcó más en Europa (3) que en LaLiga (2), un dato que refleja tanto su adaptación progresiva como las dificultades del equipo para alimentarlo en el campeonato doméstico.
En LaLiga, la Real sumó 41 goles, con Oyarzabal como referencia absoluta (10). Por detrás, el reparto fue muy fragmentado: Brais (4), Kubo (4), Barrenetxea (3) y Guedes (3) completaron el grupo principal. El resto de tantos llegaron de aportaciones muy puntuales, muchas desde segunda lÃnea. Ese reparto explica, en parte, por qué el equipo se quedó sin marcar en demasiadas jornadas: cuando Oyarzabal no apareció, el gol fue un problema recurrente.
Take Kubo marcó en ValenciaÂ
Alex Caparros / Getty
La Copa del Rey, con 15 goles, fue la competición donde el reparto estuvo algo más equilibrado. Oyarzabal volvió a liderar (4), pero Brais (2), Barrenetxea (2), Goti (2) y varios jugadores de rotación aportaron. Ahà se ve que la Real encontrara más facilidad para ver porterÃa en eliminatorias, con contextos de partido distintos y mayor presencia de segundas unidades. En Copa, incluso perfiles menos habituales encontraron espacios y protagonismo. Es lo habitual.
En Europa, con 14 goles, el máximo anotador fue Óskarsson (3), seguido de Oyarzabal con los mismos tantos y Brais (2). Fue la competición donde más se repartió el gol proporcionalmente, aunque también donde el volumen ofensivo fue más limitado. Aun asÃ, varios jugadores lograron estrenarse, lo que contrasta con la sequÃa vivida en demasiados partidos ligueros.
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Más allá de los nombres principales, el gol también llegó de forma más puntual desde otros muchos perfiles de la plantilla. Guedes, con 3 tantos, igualó en poco tiempo a Sucic, que cerró el año con 3 goles repartidos entre competiciones y sin estrenarse en LaLiga. Desde el centro del campo y la defensa aparecieron aportaciones aisladas pero necesarias: Olasagasti (2), Sergio Gómez (2), Pablo MarÃn (2), Soler (2) y Mariezkurrena (2) sumaron goles en distintos contextos y momentos del curso. También dejaron su firma Zakharyan, Zubimendi, Aramburu, Odriozola, Gorrotxategi y Turrientes, todos con un tanto, además de un gol en propia puerta del rival. Son cifras pequeñas, pero reflejan que el equipo encontró el gol desde muchos puntos distintos del campo, aunque sin continuidad. Muchos jugadores marcaron, pero pocos lo hicieron con regularidad, y ninguno logró sostener una racha prolongada más allá de Oyarzabal.

