La Real Sociedad salió de El Sadar con algo mucho más valioso que un triunfo: salió con la sensación de haber roto un bloqueo que llevaba semanas -quizá meses o en algún caso años- frenando su verdadera dimensión. El equipo competÃa, sumaba, encadenaba resultados, pero habÃa algo que no terminaba de desbloquear. Fuera de casa, esa incomodidad era todavÃa más evidente: demasiados viajes sin premio, demasiadas dudas en los momentos clave. En Pamplona, todo eso se quebró. No fue solo una victoria: el equipo logró un clic mental, una liberación colectiva que permite mirar hacia adelante con la seguridad de que el equipo puede comportarse como el que quiere ser.
Sergio Francisco lo definió con una frase que resume el trasfondo de la noche: “Conseguimos romper esos techos de cristal que estaban en el ambiente que no nos gustan. Podemos pensar que podemos ganar en cualquier sitio y que podemos remontar partidos en los que nos pongamos por detrásâ€�. No es habitual escuchar al técnico hablar en términos tan emocionales, pero esta vez tocaba, porque lo que sucedió en El Sadar no se explica únicamente desde los aspectos tácticos o desde la estadÃstica. Era una cuestión de convicción. De quitarse peso. De empezar a caminar sin la mochila de lo que no habÃa salido hasta ahora.
Futbol primera division estadio del Sadar Osasuna Real Sociedad
Luis M. Unciti / Propias
Ese techo de cristal no era solo la falta de victorias fuera de casa; era la sensación de que al equipo le faltaba un último paso para trasladar su fútbol de Anoeta a otros escenarios exigentes. La Real ha tenido buenos tramos esta temporada, ha controlado partidos, ha competido con madurez, pero habÃa momentos en los que parecÃa que faltaba un golpe encima de la mesa. En Pamplona lo dio. Y eso explica por qué, más allá del resultado, la sensación después del partido fue casi de desahogo.
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El cambio más evidente se vio en la actitud del equipo cuando el encuentro se puso cuesta arriba. En otras fases del curso, ese golpe psicológico habrÃa pesado más. Sin embargo, en El Sadar la Real reaccionó desde una convicción que no siempre se le habÃa visto. No fue una cuestión de empuje desordenado, sino de madurez: el equipo siguió creyendo en lo que sabe hacer, en su capacidad para juntar pases, para acumular llegadas y para desbordar desde su juego colectivo. Ahà estuvo el verdadero salto: por fin se vio un grupo que, ante la adversidad, creció en vez de encogerse.
Esa reacción no llega por casualidad. Sergio lleva semanas insistiendo en que el equipo estaba más cerca de su mejor versión de lo que parecÃa desde fuera. Él hablaba de evolución, de pequeños pasos, de mejorar en la relación entre los jugadores ofensivos. En Pamplona, esos pasos se convirtieron en zancada: por primera vez, la Real fue capaz de sostener un plan durante un partido entero lejos de casa y hacerlo con naturalidad, sin ansiedad, sin necesidad de sobrevivir cada tramo. Esa continuidad era una de las grandes asignaturas pendientes, y su aparición alimenta la sensación de que la progresión ya no es teórica, sino real.
Futbol primera division estadio del Sadar Osasuna Real Sociedad
Luis M. Unciti / Propias
La aportación del banquillo también fue determinante para reforzar esa idea de equipo en crecimiento. No solo entraron para refrescar: entraron para sumar, para elevar el nivel, para mantener la agresividad ofensiva en momentos en los que otros dÃas el partido se habÃa diluido. Ese impacto colectivo habla de un vestuario más suelto y más convencido, y confirma la impresión de que el grupo empieza a soltarse, a jugar con más fluidez y con menos miedo a equivocarse. Y también refleja un grupo con hambre, con ganas de cambiar una situación, con el ánimo de hacerse un hueco en el once. Y eso es realmente importante en este deporte.
Por eso la victoria en El Sadar puede marcar un antes y un después. No por los números, ni por las rachas, ni siquiera por los goles: lo importante es que fue el partido en el que la Real se reconoció a sà misma fuera de casa. El equipo descubrió que puede competir como un grande también lejos de Anoeta, que puede revertir situaciones, que tiene armas para dominar y carácter para resistir.Â

