Quien con niños se acuesta, mojado se levanta. Jordi Llauradó, directivo responsable del Espai Barça, renunció a seguir como máximo responsable de la obra cuando el Club escogió a Limak como constructora de la remodelación del Camp Nou. El dÃa que sus compañeros de Junta votaron a favor de la empresa turca, él se ausentó de la reunión. Para no votar en contra y no incomodar al presidente, decidió hacer evidente su contrariedad no asistiendo a la reunión. Toda la prensa entendió su desacuerdo.
Pocas semanas después quedó todavÃa más claro con su dimisión irrevocable. Llauradó consideraba que el mejor estadio del mundo lo debÃa hacer una de las grandes constructoras para que todo el proceso fuese impecable. CreÃa conveniente, incluso, que fuese una empresa que cotizase en bolsa porque asà tendrÃa los mecanismos de control estricto por parte de la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores). Pero por sorpresa suya, Laporta se decantó por Limak, que no llegaba en plazo de presentarse a concurso, que no cumplÃa algunos de los requisitos básicos y que, como denunció la ‘SER’, era la peor valorada de las propuestas. La excusa fue que cumplirÃan en tiempo y presupuesto. Pues vamos un año tarde y la sorpresa será el montante final de la operación. Laporta ya ha dicho que aquello de cobrar la penalización de un millón por dÃa de retraso, cero patatero.Â
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Ahora sabemos que la Inspección de Trabajo de la Generalitat multa con un millón porque Extrem Works, empresa subcontratada por Limak, ha tenido trabajando en la obra a 79 personas sin papeles. Esta manera de hacer no concuerda con los valores del Barça ni con los principios de su Fundació.

