Autor: Vishwajit Sawant
El Fluminense recibió un documento inesperado de la Unidad Disciplinaria de la Conmebol, en el que se le informaba de la apertura de un proceso disciplinario contra el centrocampista André, pocos días antes de la final de la Libertadores contra Boca Juniors, prevista para el 4 de noviembre.
El repentino giro en la historia surgió de un incidente ocurrido durante el partido de ida de la semifinal de la Conmebol Libertadores, cuando André, en un momento desafortunado, pateó un micrófono ubicado en el área técnica del Internacional. Como resultado, fue convocado a una audiencia de la Comisión Disciplinaria de la Conmebol programada para el 17 de octubre, casualmente el mismo día en que el Fluminense debía jugar contra Uruguay.
La supuesta conducta indebida de André se encuadra en el artículo 11, apartado 2, letra c), del Código Disciplinario de la Conmebol, que trata del comportamiento aceptable en el mundo del fútbol organizado. Las acusaciones se centran en violaciones de las normas mínimas de conducta esperadas en el deporte.
Sin embargo, la probabilidad de que André sea excluido de la final de la Libertadores sigue siendo escasa. Los Estatutos de la Conmebol, concretamente el artículo 65, ofrecen una serie de posibles sanciones, entre las que se incluyen advertencias, amonestaciones, multas, suspensiones y otras. Como André no tiene antecedentes por delitos similares, se espera que reciba una mera advertencia, dada su condición de primer infractor.
En caso de que la audiencia disciplinaria desemboque en una sanción, la comisión dispone de una lista exhaustiva de castigos. Esta lista incluye multas económicas, suspensiones de partidos, prohibiciones de diversas actividades relacionadas con el fútbol, retirada de títulos e incluso revocación de licencias, entre otras. Sin embargo, las circunstancias que rodean el caso de André hacen muy probable que la sanción impuesta sea menor, como una multa, garantizando su presencia en el próximo partido contra Boca Juniors.