Cuando los medios occidentales miran hacia Ã�frica, casi siempre lo hacen desde el conflicto, las carencias y la urgencia. ‘Cycling Africa’, el documental que acaba de estrenar HBO, propone un ligero cambio de perspectiva. Habla de futuro y lo hace, como anuncia el tÃtulo, a través del ciclismo. El punto de partida es histórico: el Campeonato del Mundo de Ciclismo se celebró por primera vez en Ã�frica, en Ruanda. Una decisión sin precedentes cargada de significado geopolÃtico y simbólico. El documental parte de este punto de inflexión para explicar cómo el continente empieza a ocupar un lugar visible en el mapa del ciclismo internacional. No lo hace como algo inaudito sino desde la lógica de un territorio donde la bicicleta forma parte de la cultura cotidiana. El documental no se limita al gran acontecimiento de la competición. ‘Cycling Africa’ rompe con la tradición eurocéntrica y permite descubrir otra Ruanda: la de los paisajes abiertos y las carreteras sinuosas que nos alejan un poco del registro de la catástrofe. Sin negar las dificultades pone el acento en las oportunidades.
El documental da voz a los ciclistas y actores locales. Pone el foco en figuras como Biniam Girmay, referente africano, o Ashleigh Moolman-Pasio, referente del ciclismo femenino y su talento transformador. Hay puntos de vista más externos, como la del exciclista Chris Froome, para aportar legitimidad al proyecto. Lo más interesante de la producción es la presentación del ciclismo como herramienta social: un elemento de cohesión, de empoderamiento femenino y como oportunidad de progreso para las nuevas generaciones. No se ignoran las dificultades estructurales, pero se plantea el deporte como motor de transformación.
Desde una narrativa muy convencional y con mucho esmero en el aspecto visual, ‘Cycling Africa’ abre un nuevo horizonte simbólico. Aunque tampoco podemos ser ingenuos: es inevitable intuir en esta aproximación un interés como territorio de captación de talento y como un mercado de expansión a nuevas audiencias. El documental se mueve en esta tensión entre la apertura real de oportunidades y la incorporación de �frica a un sistema que sigue decidiendo desde Europa cómo, cuándo y en qué condiciones se produce este reconocimiento.

