Hemos vivido unas semanas en las que el presidente de la FIFA, el suizoitaliano Gianni Infantino, ha viajado por todo el mundo presidiendo soporÃferos sorteos de Mundiales, organizando calendarios infernales, asistiendo a reuniones de alto nivel y entregando banderas de la paz a diestro y siniestro. No tengo muy claro que esta sea la principal misión del sucesor de otros presidentes del fútbol internacional como Joao Havelange, aquel brasileño que llegó a mandar en la FIFA nadando por aguas de todos los colores y que fue relevado por un europeo más sibilino como el suizo Joseph Blatter. Entre todos encumbraron al fútbol a una situación en la que todos los dirigentes resisten en las alturas y los jugadores están a ras de hierba.
A la que te descuidas hay nuevos sorteos, crecen los participantes, aumentan los partidos y, lógicamente, se mueve muchÃsimo más dinero. Y nadie lo para. Te lo comentan los jugadores que ya no aguantan ni andando en partidos importantes, te lo apuntan dirigentes muy convencidos de que esto no puede seguir asÃ, pero que luego no dan un paso adelante para acabar con este desenfreno de partidos.
Abres un periódico y está lleno de crónicas de partidos del dÃa anterior y te anuncian los que se van a jugar el mismo dÃa y el próximo. Y no hay perdón para nadie. Los dirigentes de los organismos futbolÃsticos, repartiendo medallas, dinero e incluso promesas de futuro. Y los directivos de clubs, técnicos y profesionales, esperando con la mano abierta el resultado económico de tantos partidos.
Amigos, estamos llegando a final de año, fechas de análisis tranquilos y de saber lo que hay que hacer. Que alguien se fije en el nivel técnico y fÃsico de la mayorÃa de partidos, ya sea en directo en los estadios o en la televisión. No tiene nada que ver con lo que se jugaba hace unos pocos años e incluso meses en cuanto a interés, ritmo y ganas de victoria.
Sólo nos faltaba la llegada de los paÃses del oriente para complicar más la mente de los directivos que sólo ven dólares y que todo lo demás lo aparcan en cuarto lugar. Espero que el próximo año aparezca un sólo cerebro con ideas claras, pensando en los futbolistas y en el público y convenza a sus compañeros de que siguiendo asà las cosas del fútbol se van al carajo. Y el carajo es muy drástico y tiene poco porvenir. Atentos.

