Autor: Dhruv Patil
En una sincera entrevista durante un debate sobre fútbol celebrado en Oporto (Portugal), el ex entrenador del Corinthians y del Flamengo, Vítor Pereira, expresó su preocupación por el estado de la educación en Brasil, especialmente en el ámbito del fútbol. El técnico portugués, que lleva poco más de un año trabajando en Brasil, destacó lo que considera una falta general de educación en el país y cómo ésta se manifiesta en el mundo del deporte.
Aunque la crítica de Pereira no se dirigía a ningún sector futbolístico en concreto, apuntaba a un panorama más amplio, sugiriendo que el problema se extiende por toda la cultura deportiva brasileña. Lamentó el excesivo emocionalismo que rodea al fútbol en Brasil, un fenómeno que a menudo conduce a expectativas poco realistas y a la falta de paciencia.
Una de las principales observaciones de Pereira fue la intensa presión a la que se enfrentan los entrenadores y los equipos en Brasil. Dijo que los proyectos en el fútbol brasileño suelen ser efímeros, con la expectativa de un éxito casi inmediato. Argumentó que esta presión puede ser perjudicial para el desarrollo y el éxito a largo plazo de los clubes. Pereira describió la situación como «o hay resultados inmediatos, o se acaba el proyecto», haciendo hincapié en la impaciencia que impregna el fútbol brasileño.
Aunque Pereira no lamentó explícitamente su experiencia en Brasil, se mostró sorprendido por los singulares retos y expectativas que afrontan los técnicos en el país. Mencionó que, incluso después de entrenar en clubes de primera fila de todo el mundo, la intensidad emocional y la presión de Brasil le pillaron desprevenido.
La cuestión de la «falta de educación» en el fútbol brasileño es polifacética. Abarca no sólo el comportamiento de jugadores y entrenadores, sino también las reacciones de los aficionados, los medios de comunicación y la dirección del club. Esta intensa atmósfera puede dificultar que las personas involucradas en el fútbol se centren en el desarrollo a largo plazo y la planificación estratégica.
Es importante señalar que los comentarios de Vítor Pereira no eran una condena general del fútbol brasileño, sino más bien un reflejo de los desafíos únicos a los que se enfrentan quienes se dedican a este deporte en Brasil. Mientras el fútbol brasileño sigue evolucionando y adaptándose a los estándares mundiales, abordar estas cuestiones de educación, paciencia y racionalidad podría ser esencial para el éxito y el desarrollo a largo plazo de este deporte en el país. Sólo el tiempo dirá si la apasionada cultura futbolística de Brasil será capaz de encontrar un equilibrio entre su intensidad emocional y la necesidad de crecimiento y éxito sostenidos.