Autor: Vishwajit Sawant
En su primer partido como entrenador de la selección brasileña, Fernando Diniz no perdió el tiempo y dirigió una rigurosa sesión de entrenamiento el martes. Con la presencia de casi todo el equipo, excepto Gabriel Jesus, el seleccionador orquestó una sesión centrada en el balón en el estadio Mangueirão de Belém, que acogerá el próximo partido de clasificación contra Bolivia.
A pesar de pequeños contratiempos, como la ausencia de Gabriel Jesus, la jornada estuvo marcada por las llegadas del central Marquinhos y del delantero Raphinha, que habían tenido problemas para viajar a Lisboa el día anterior. Aterrizaron en Belém a primera hora de la tarde y se reunieron rápidamente con sus compañeros en el estadio.
La prensa tuvo acceso a los primeros 30 minutos de la sesión de entrenamiento, lo que les permitió echar un vistazo a las rutinas de calentamiento de los jugadores y a los ejercicios condensados sobre el terreno de juego. El terreno de juego del Mangueirão estaba en condiciones impecables, pero el cuerpo técnico expresó su preocupación por el sofocante calor de Belém, y optó por mantener la superficie húmeda para evitar el sobrecalentamiento.
La sesión de entrenamiento comenzó con los guardametas Alisson, Ederson y Lucas Perri saltando al césped, haciendo hincapié en sus habilidades con el balón. Desde el principio, se concentraron en jugar el balón con los pies, y los entrenadores les indicaron que iniciaran la jugada con los defensas, ofrecieran opciones de pase, recibieran el balón de vuelta e implicaran a los centrocampistas en sus ejercicios.
Diniz, conocido por su apuesta por un fútbol fluido y ofensivo, parece no perder el tiempo a la hora de transmitir su visión táctica a la selección. Su énfasis en construir desde atrás e implicar a los porteros en la elaboración está en consonancia con su filosofía de preparación.
La primera sesión de entrenamiento bajo la dirección de Diniz mostró el meticuloso enfoque que le ha convertido en una figura destacada de la gestión del fútbol brasileño. Con prácticamente toda la plantilla a su disposición y una meticulosa atención a los detalles, los aficionados brasileños tienen motivos para ser optimistas sobre el rendimiento del equipo en los próximos partidos de clasificación. El mandato de Diniz promete ser un periodo de evolución y perfeccionamiento, ya que la selección nacional aspira a asegurarse un puesto en las competiciones internacionales.